viernes, 27 de marzo de 2009

¿QUÉ CÁMARA DIGITAL ME COMPRO? y (4)


Ramón Peco ha analizado las cuatro mejores cámaras compactas del momento:
La Panasonic Lumix DSC-LX3, la Ricoh GX200, la Canon Powershot y la Sigma DP1 una compacta con sensor de réflex
Con este análisis debería dar por terminado este estudio con artículos recogidos en la red. Pero a mi modesto entender aun faltan dos artículos más que añadir:

· Uno realizado por un compañero de la Agrupación a la que pertenezco, Sergio Jaen, en el que se recoge un documento sobre fotografia digital que todo fotógrafo que se precie debería conocer
· Y el otro dedicado al mejor sensor del momento el Foveon X3 cuya patente ha sido comprado Sigma
Os dejo con los dos articulos de Ramón ( I y II) y que os sirvan para sacar conclusiones de cara al futuro.

Mi compacta es mejor que tu réflex (I)
Un dilema al que muchos fotógrafos aficionados y profesionales se enfrentan es el de elegir una buena cámara ligera para llevar encima. La gran duda: ¿es mejor decantarnos por una compacta de gama alta o por una réflex económica de tamaño reducido? Comprobamos hasta qué punto tres de las mejores compactas aparecidas en los últimos meses son una alternativa a una modesta DSLR.

Los fabricantes parecen haberse hecho eco durante 2008 de la creciente demanda de cámaras de tamaño y peso reducido que no renuncian a la calidad. Por ello, algunas de las mejores familias de compactas se han renovado. Analizamos tres de esas cámaras: la Panasonic Lumix DSC-LX3 (500 euros), la Ricoh GX200 (569 euros), y la Canon Powershot G10 (559 euros).

El problema del sensor

La calidad de la óptica y del sensor son los dos elementos esenciales que hacen que una cámara cumpla o no con su principal objetivo: lograr fotos de buena calidad. Aspectos como el número de megapíxeles son relativamente secundarios.

Sobre las ópticas, cabe decir que las compactas de gama alta, y algunas más modestas, hace tiempo que cuentan con objetivos tan dignos como los que podemos incorporar a una réflex. Sin embargo, estas últimas, por sencillas que sean, tienen un sensor cuya calidad supera al de la compacta más avanzada.

Las únicas excepciones a esto son la Sigma DP1 y la Lumix DMC-G1. De la Sigma hablaremos en la segunda parte de este artículo, pues por su precio y exóticas características no puede ser comparada con los tres modelos que aquí se analizan. Por su parte, la Lumix DMC-G1 tiene más que ver con las réflex que con las compactas, por lo que no sería justo incluirla en las pruebas.
Así que nos centramos en comprobar en qué casos estas cámaras pueden suplir a una réflex, a sabiendas de que las tres equipan sensores de calidad inferior.

La barrera de los 400 ISO

Dos argumentos que desgraciadamente los fabricantes de cámaras compactas insisten en engordar en sus modelos son el número de megapíxeles y el de la sensibilidad máxima. Decimos desgraciadamente porque ambas cuestiones tienen que ver más con las campañas publicitarias que con las necesidades del fotógrafo. Un tema este del que hablamos en un artículo publicado hace unos meses.

La calidad de la imagen aumentaría si se redujese un tanto el número de megapíxeles. Por otra parte, por muy elevadas que sean las sensibilidades que se publicitan, los sensores de las compactas tienen problemas para trabajar a partir de los 400 ISO. Estas cámaras por ello son útiles siempre que la luz del entorno no sea un gran problema.

La Canon Powershot G10

Lo primero que se siente al tener esta cámara entre las manos es contundencia. Su excelente cuerpo metálico, su rotundidad, y sus controles hacen que de inmediato sintamos buenas vibraciones. Eso sí, es la más pesada y la más grande de las tres, aunque no llega a tener el volumen de una réflex ligera. Cabe en un bolso pero se deja notar y es completamente imposible transportarla en un bolsillo. Sin embargo, un gran acierto es que prescinde de la molesta tapa del objetivo. En su lugar usa un práctico sistema de pestañas metálicas.

En los controles, las ruedas para ajustar directamente la sensibilidad y la exposición son un detalle estupendo. La claridad y funcionalidad de sus menús también se merecen una buena nota, sobre todo porque se visualizan perfectamente en la excelente pantalla de tres pulgadas que equipa.

En el apartado de la óptica esta cámara equipa un objetivo muy versátil de 28-140 mm. Pese a que el angular es algo más limitado que el de las otras cámaras —la Ricoh y la Panasonic usan un 24 mm— el teleobjetivo tiene el doble de alcance. El precio a pagar por ello es que la luminosidad se ve claramente reducida. Las aberturas máximas oscilan entre f2.8 y f4.5. Respecto al sensor la cámara usa uno de un tamaño de 1/1,7 pulgadas, exactamente igual que el de la Ricoh y ligeramente más pequeño que el de la Panasonic.

El procesador Digic IV parece cumplir bien con su deber, pues pese a los casi 15 megapíxeles las imágenes disparadas a 400 ISO no están del todo mal, e incluso si no somos demasiado exigentes se pueden usar las disparadas a 800 ISO —sobre todo si hacemos la foto en modo RAW—. Por otra parte, los colores de las imágenes nos han parecido de lo más natural.

Es una alternativa a una réflex si...

  • eres un profesional que trabajas con réflex y necesitas una cámara de apoyo que te permita obtener copias de gran tamaño
  • si no te importa que no la puedas llevar en el bolsillo
  • si quieres una compacta que tenga un objetivo muy versátil
  • si no sueles disparar a más de 400 ISO
  • si necesitas colores precisos
  • y si quieres usar un visor óptico porque no te acostumbras a trabajar sólo con la pantalla.

La Ricoh GX200

Si algo destaca de esta cámara es su exquisito diseño, su genial ergonomía y la brillantez con la que han sido diseñados sus controles, pues se ha logrado la proeza de que con una misma mano sea posible sujetarla y manejar el diafragma y el obturador a la vez. Su peso y tamaño permiten que podamos transportarla sin problemas en un bolsillo.

Otros detalles brillantes son un calibrador que nos dice si la cámara está perfectamente colocada en vertical o en horizontal, unos menús muy profesionales y bien resueltos, y un visor electrónico externo articulado que permite disparar fotos con ángulos de lo más complicado —aunque éste es un accesorio opcional—. Estas dos cualidades hacen que esta cámara sea la compacta preferida por muchos arquitectos e ingenieros.

Se ha logrado la proeza de que con una misma mano sea posible sujetarla y manejar el diafragma y el obturador a la vez

Con una abertura máxima de f2.5 y f4.4 nos encontramos ante una óptica luminosa. Su punto fuerte es su excelente angular de 24 mm y su punto débil es que su teleobjetivo está limitado a sólo 72 mm —aunque ambos límites pueden ser ampliados con accesorios de Ricoh

En lo que está cámara sin embargo falla es en la pésima calidad de las imágenes que proporciona su sensor de 12 megapíxeles. Cuesta aceptar que una cámara de este precio se comporte tan mal a 400 ISO, con un ruido cuya agresividad es más propia de una cámara de nivel inferior. La cosa mejora un poco disparando en RAW, pero en cualquier caso es una pena que Ricoh no haya mejorado este aspecto, pues de haberlo hecho esta sería una compacta fuera de serie.

Con esta calidad la GX 200 queda relegada a fotos en las que no precisemos de sensibilidades superiores a los 200 ISO. Un punto a favor de Ricoh es que al menos han tenido la honestidad de permitir que en modo automático la sensibilidad de la cámara pueda limitarse por defecto a esa sensibilidad. Por otra parte, la luminosidad del objetivo y el estabilizador del sensor —que permite disparos unos dos puntos por debajo de lo recomendado— ayudan a compensar un tanto esa limitación.

Es una alternativa a una réflex...

  • si para ti lo más importante es llevar encima una cámara muy ligera
  • si no sueles trabajar con sensibilidades que superen los 200 ISO
  • si no te obsesiona la calidad de la imagen
  • si necesitas una cámara con la que obtener fotos con encuadres muy precisos en toda clase de situaciones
  • y si valoras la ergonomía por encima de muchas otras cosas.

La Panasonic Lumix DSC-LX3

Si hay algo por lo cual resalta esta cámara es por el hecho de que Panasonic se ha centrado en lo que posiblemente es lo más importante de la cámara: la calidad de la imagen. Para ello se ha limitado el número de megapíxeles a 10 y usa un sensor ligeramente más grande que sus competidoras: 1/1,63 pulgadas frente a las 1/1,7 de los de la Ricoh y la Canon. El resultado de esto es que la LX3 es la única cámara de la prueba que se defiende dignamente a 800 ISO.

A esto hay que sumar que el excelente objetivo de Leica que incorpora es de lo más luminoso, pues disparando con el angular de 24 mm podemos hacerlo con una abertura máxima de tan sólo 2f. Bien es cierto que para lograrlo han tenido que limitar la distancia focal en tele a sólo 60 mm.

El excelente objetivo de Leica que incorpora es de lo más luminoso, pues disparando con el angular de 24 mm podemos hacerlo con una abertura máxima de tan sólo 2f

La cámara también posibilita numerosas posibilidades creativas, pues por ejemplo permite poder situar a un mismo sujeto en diversas zonas de la imagen y es bastante sencillo lograr fotos de alto rango dinámico pues permite disparar automáticamente tres imágenes consecutivas con distintos grados de exposición.

Por otra parte, los controles manuales no son tan buenos como en las otras cámaras, aunque tampoco es demasiado difícil adaptarse a ellos a la hora de cambiar el diafragma y el obturador con la pequeña palanca que incorpora. Más complicado se nos antoja manejar el enfoque manual, aunque lo cierto es que en ese aspecto ninguna de las tres cámaras sale demasiado bien parada.
Los principales problemas que detectamos en esta Lumix son la citada limitación de su teleobjetivo; su ergonomía (cuesta un tanto agarrarla firmemente); y el diseño de sus menús de control, que pecan de ser un tanto infantiles.

Es una alternativa a una réflex si...

  • no te importa disponer de una longitud focal limitada en el teleobjetivo
  • si sólo en raras ocasiones necesitas trabajar con 800 ISO o más
  • si tienes que llevar la cámara encima con frecuencia
  • y si te gusta sacarle jugo a los controles manuales y no te importa que la cámara no sea todo lo ergonómica que debiera.

En resumidas cuentas

Estamos ante tres grandes máquinas que pueden reemplazar a un réflex si tenemos en cuenta tres cosas.
1. La Ricoh, por su limitación con la calidad de las imágenes a partir de los 200 ISO, y la Canon, por su objetivo poco luminoso, son las menos versátiles para trabajar con poca luz. La Lumix, por la calidad de su sensor y por su óptica luminosa, es la que se lleva el gato al agua en este sentido. Si necesitas disparar fotos en situaciones complicadas de luminosidad y no quieres usar una réflex, la Panasonic es tu cámara.
2. Las tres cámaras pueden llevarse sin problemas encima. Aunque la que más destaca en ese sentido es la Ricoh, que podemos llevar casi olvidándonos de ella. Si lo que nos importa a la hora de decantarnos por una réflex ligera o una compacta es el peso, la Canon es la que más se acerca al peso de las DSLR más discretas. Podemos salir de viaje con ella, pero no es cámara para llevar encima siempre. Eso sí, el hecho de que el objetivo no sobresalga al estar apagadas es una gran ventaja en las tres.
3. Si necesitamos una óptica versátil, que nos permita hacer fotos sin problemas en interiores pero tener también un teleobjetivo con cierta capacidad, debemos decantarnos por la Canon o estaremos forzados a usar una réflex.


Y aquí está nuestra prueba de sensibilidad

Mi compacta es mejor que tu réflex (II)
¿Qué hace especial a una cámara para que nos la tomemos en serio?
¿Es su precio, su peso, su tamaño, su marca? Hay aficionados y algunos profesionales que se sienten seguros empuñando una pesada réflex, a ser posible con un gigantesco teleobjetivo que nos acerca tanto a las imágenes como nos aleja de la propia realidad que representan. Analizamos la compacta Sigma DP1, una cámara misteriosa y genial que sólo seducirá a unos pocos, a muy pocos.

A estas alturas casi nadie desconoce que la evolución técnica de la fotografía digital ha provocado que ya sólo un puñado de fotógrafos sigan apostando por los haluros de plata. Ciertamente, las cámaras profesionales digitales captan imágenes cuya calidad impresiona, incluso a los que hasta hace poco eran acérrimos defensores de la fotografía química, pero seguimos teniendo un serio problema con el tamaño de las cámaras en relación con la calidad que ofrecen.

No es cosa de reabrir el viejo debate sobre la supremacía de la fotografía basada en ceros y unos sobre la analógica, pero la verdad es que muchos se llevan las manos a la cabeza cuando comprueban las limitaciones de las cámaras compactas digitales a la hora de plasmar fidedignamente en una escena el color o el rango dinámico —lo que antes se conocía como latitud de exposición—.

Los que no quieren sacrificar la calidad de las fotos que toman sin tener que cargar con una aparatosa réflex, la verdad es que tienen pocas opciones. En la primera parte de este artículo ya hemos analizado tres cámaras cuyos sensores de imagen, siendo dignos, no pueden rivalizar seriamente con los tamaños y la calidad que proporcionan los sensores APS-C, Full Frame , o Cuatro Tercios de las cámaras de objetivos intercambiables, sobre todo a la hora de captar imágenes con altas sensibilidades.

Es por ello que hemos dejado para esta segunda parte la Sigma DP1, la única cámara compacta del mundo que equipa un sensor de imagen de tamaño APS-C —el mismo que muchas réflex— y que usa revolucionaria tecnología Foveon X3. Justamente el mismo que usa su hermana mayor, la DSLR Sigma SD14, y también el que incorpora su hermana gemela la Sigma DP2, que ha sido anunciada pero aún no se encuentra a la venta y cuya única diferencia con la DP1 es la longitud focal del objetivo y el procesador de color. Con semejante argumento, muchos pensarán que no hay nada más que decir, ésta es la cámara que andaban buscando. Pues no es tan sencillo.
Muchos puntos flacos

El primer inconveniente para elegir esta cámara es su precio, pues cuesta en torno a 800 euros, superando así el valor de algunas réflex bastante dignas para aficionados. El segundo gran escollo es su objetivo, pues equipa una óptica fija equivalente a los 28 mm en paso universal cuya abertura máxima de diafragma es de sólo f4, aunque la verdad es que proporciona una gran calidad de imagen. El detalle de la focal fija sorprenderá a muchos que a estas alturas no conciben que se sigan vendiendo compactas que no vayan equipadas con un zoom óptico.

Otro gran problema que hemos detectado ha sido el nefasto balance de blancos que realiza al disparar con luz artificial —lo que obliga a que muchas de las fotos realizadas en interiores deban ser editadas posteriormente en el ordenador—. Por otra parte, su ergonomía no es ninguna maravilla que digamos, pues su diseño hace que sea un tanto difícil sujetarla con firmeza. Tampoco están nada logrados los controles de la cámara, que tienden a confundir con frecuencia cuando deseamos realizar ajustes en modo manual.

También es nefasta la previsualización de las fotos de la pantalla, pues tiende a mostrar imágenes monocromáticas con mucho ruido sobre todo al disparar con altas sensibilidades —Sigma vende a precio de oro un visor óptico que puede acoplarse en la zapata del flash—. Otra característica a sumar a la lista de infamias es su exasperante lentitud al grabar las imágenes, pues cada vez que soltamos el dedo del disparador tenemos que esperar varios segundos hasta que podemos disparar de nuevo.

Tras leer todo esto es posible que más de uno piense que los de Sigma se han vuelto locos fabricando semejante aparato. Pues bien, sigue leyendo y te explicaremos por qué la Sigma DP1 nos parece una de las cámaras más geniales del mercado.

¿Es ésta una de las mejores cámaras del mundo?

Seguramente te habrás asustado al leer esa pregunta, pero tenemos razones para pensar que sí. La culpa la tiene su sensor Foveon X3. Si te preguntas qué demonios es eso, lo primero que debes saber es que el 99% de las cámaras a la venta usan sensores cuya tecnología es CCD o CMOS, mientras que Fuji fabrica una variante del CCD llamada SuperCCD.

Pues bien, Sigma es el único fabricante del mundo que comercializa cámaras que equipan sensores de tecnología Foveon X3. En lugar de tener que interpolar la señal luminosa que llega al sensor para recrear los colores usando el denominado mosaico de Bayer que utilizan el resto de fabricantes, la tecnología Foveon usa tres capas fotosensibles para captar cada uno de los colores primarios, de forma similar a como lo hacen las películas analógicas de color.

Por otra parte, el Foveon X3 no sabe qué es el efecto Moire, que tan molesto es en algunas cámaras a la hora de enfrentarse a texturas complejas como la de la seda. Por todo ello, la nitidez y la calidad de la imagen de esta Sigma es muy superior a la de cámaras mucho más caras. Tanto rompe todos los moldes, que su resolución efectiva es sólo un tercio de los 14 megapíxeles que Sigma publicita, aunque a efectos prácticos las imágenes tienen tanta información que pueden ampliarse sin pérdidas significativas de calidad a tamaños tan grandes como los que ofrecen algunas réflex profesionales.

Por otro lado, el comportamiento del Foveon X3 a altas sensibilidades no es muy bueno, aunque más o menos se defiende bien a 800 ISO —que es la sensibilidad máxima permitida en la DP1—. Eso sí, la cámara tiene un rango dinámico tan amplio que en ocasiones podemos trabajar con sus archivos RAW con tanta flexibilidad como si se tratase de imágenes obtenidas mediante la técnica HDR. De hecho, cuando manipulamos la foto nos quedamos pasmados al contemplar la multitud de detalles que aparecen en zonas de la imagen en las que otras cámaras sólo ven luces o sombras.

También la tecnología Foveon X3 es la responsable de que Sigma haya logrado introducir un sensor de tamaño APS-C dentro de una compacta, pues debido a que no es necesario realizar una interpolación de los colores es posible prescindir de ciertos circuitos que aumentan el tamaño de la cámara.

Conclusión

Sigma, más que una cámara, ha producido una caja con los elementos necesarios para meter dentro un sensor legendario de alta calidad. Esta DP 1 tiene algo de cámara de laboratorio y no gustará, o incluso irritará, a aquellos que no quieren complicarse la vida, que buscan hacer fotos correctas, pero que no les importa que la calidad de imagen no llegue a niveles espectaculares, que no soportan verse limitados a una focal fija, que no entienden por qué no pueden disparar a más velocidad...

Pero esta cámara salvaje no defraudará a los que entienden que también Henri Cartier-Bresson o Robert Capa hacían fotos con cámaras de focal fija, que no podían disparar ráfagas, ni se activaban cuando alguien sonreía delante de ellos... Para todos los interesados en llevar una cámara discreta que cumpla sobradamente con la tarea de captar el color y los detalles de la escena con precisión quizá esta sea su cámara.

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